Me ha pasado algo que hacía tiempo no me ocurría: descubrir un grupo que me descoloca desde la primera escucha. No por raro ni por experimental, sino por lo contrario: Orbit Culture me ha hecho volver a conectar con esa sensación adolescente de escuchar un disco con el volumen a tope, dejarme llevar por la fuerza bruta de los riffs y esa oscuridad embriagadora que te atrapa. Son suecos, sí. Vienen de Eksjö, un lugar que ni sabía que existía. Pero la potencia con la que suenan hace que parezca que llevan siglos siendo parte del paisaje del metal extremo.
Su música es una fusión entre el death melódico más afilado, el groove metal más pesado y ciertos toques atmosféricos que recuerdan a Gojira en su etapa más introspectiva, o como yo digo hacen canciones para bandas sonoras de «pelis» de miedo o terror. Pero Orbit Culture tiene algo propio, una especie de rugido primitivo que no se puede imitar. Niklas Karlsson, su vocalista y cerebro, lo canaliza todo: riffs, letras, diseño sonoro, una energía que en directo debe ser un puñetazo en el pecho. No inventan nada, pero lo hacen con una convicción brutal. Son, sin duda, una de las bandas mas entretenidas que he escuchado estos últimos años.
Una historia de perseverancia y evolución
Fundada en 2013 por el guitarrista y vocalista Niklas Karlsson, la banda empezó como un proyecto casero. Pero la ambición de Karlsson era más grande que las cuatro paredes de su habitación: buscaba un sonido que fusionara la agresividad del death metal con la melodía del groove metal moderno y un enfoque cinematográfico en las composiciones. A lo largo de los años, Orbit Culture fue perfeccionando su propuesta hasta convertirse en un auténtico coloso sonoro.
La formación actual incluye a Niklas Karlsson (voz y guitarra), Fredrik Lennartsson (bajo), Richard Hansson (guitarra solista) y Christopher Wallerstedt (batería). Una alineación que ha sabido mantenerse sólida y afilar sus armas disco a disco.
Un sonido propio: entre el fuego y la melodía
Orbit Culture no encaja fácilmente en etiquetas tradicionales. Si bien parten del death metal melódico, sus composiciones incluyen también elementos de groove, toques industriales, voces limpias dramáticas y una producción tan densa como envolvente. Las comparaciones con bandas como Gojira o Metallica han sido frecuentes, pero Orbit Culture ha sabido trazar su propio camino sin quedarse en la sombra de nadie.
Sus riffs suenan como si una maquinaria de guerra se pusiera en marcha, mientras que las melodías y los coros elevan cada tema a una dimensión emocional intensa. El resultado: canciones que golpean, pero también conmueven. Composiciones de largo recorrido, plagadas de giros rítmicos y melódicos que te atrapan desde el primer minuto y no te sueltan hasta el final, manteniéndote pegado a los auriculares.
Discografía: de la crudeza al refinamiento oscuro
Odyssey (EP, 2013)
El EP Odyssey fue lanzado el 1 de diciembre de 2013. Consta de aproximadamente seis pistas en su versión original (más instrumentales en la edición especial) y posee una duración cercana a los 38 minutos. Aunque la producción aún es modesta, es muy relevante porque es la primera manifestación pública del grupo, antes de los álbumes de larga duración.
In Medias Res (2014)
Su debut es como un diario de intenciones grabado a fuego. Crudo, directo, con una producción justita, pero con muchas ganas de morder. Riffs agresivos, voces desgarradas y una pasión evidente por hacer algo grande. Una joya imperfecta.
Rasen (2016)
Aparece la madurez técnica. El sonido se hace más denso, las canciones mejor armadas y se nota que la banda empieza a afilar su identidad. Es más oscuro y atmosférico, con un equilibrio muy interesante entre fuerza y contención. «Saw» es un temazo que no debería pasar desapercibido.
Nija (2020)
El disco que los pone en el radar de medio mundo. Nija es una apisonadora emocional, brutal y melódica a partes iguales. «Open Eye», «Rebirth» o «Nensha» son himnos modernos que combinan agresividad, ganchos vocales y un sonido profesional que los sitúa entre lo mejor del metal europeo reciente.
Shaman (EP, 2021)
Cinco canciones. Veinte minutos. Pero vaya veinte minutos. Shaman sirve como un interludio entre Nija y su siguiente trabajo, condensando en pocas pistas una intensidad que muchas bandas no logran en discos enteros. «A Sailor’s Tale» y «Flight of the Fireflies» son pura adrenalina.
Descent (2023)
Para muchos, su obra más completa hasta ahora. Descent eleva su sonido a un plano casi cinematográfico. La atmósfera es más densa, las letras más introspectivas. «Black Mountain», «From The Inside» y «Vultures of North» destacan por esa mezcla de brutalidad elegante que tan bien se les da. Si Nija fue la afirmación, Descent es la consolidación.
Death Above Life (2025): renacer en la oscuridad
Y así llegamos a su última entrega, Death Above Life, lanzado el 3 de octubre de 2025. Desde el primer momento queda claro que este disco marca un antes y un después. No sólo porque sea su debut con Century Media Records, sino porque hay una declaración de intenciones clara: esto es un renacer.
El título ya lo deja caer. Hay un deseo de dejar atrás lo anterior, de trascender la estructura habitual y lanzarse al vacío. Y eso se nota en cada pista. El tema titular, «Death Above Life», es un torbellino de riffs secos, groove abrasador y una voz de Karlsson que no canta, ni grita: arrastra, escupe, sangra.
«Inferna» abre el disco con una mezcla casi ritual de melodía y tensión, como si te invitara a entrar en un templo pagano. «Bloodhound» es un puñetazo directo, mientras que «Hydra» te revienta con una estructura que recuerda al metalcore más progresivo. «The Tales of War» y «The Storm» aportan un equilibrio brutal entre rabia y emoción.
Una de las mayores virtudes del disco es su capacidad para ser agresivo sin perder identidad. Hay capas, hay espacio, pero también hay caos controlado. La mezcla del productor, Buster Odeholm, es sofocante en el buen sentido: todo suena al límite, como si estuviera a punto de estallar.
En definitiva, Death Above Life es un disco oscuro, intenso, con una narrativa coherente y una ejecución impecable. Orbit Culture no solo se afianza, sino que apunta hacia territorios más amplios, más maduros, más inquietantes. Y si este es el camino que han decidido tomar, sólo podemos decir una cosa: que nos lleven con ellos hasta el final del abismo.
Gira Death Above Life (2025) – ORBIT CULTURE:

En el blog tienes mis anteriores artículos por si quieres echarles un vistazo. <^O^>